31.8.05

Miércoles raros.

Los miércoles son días en los que no suelo tener que trabajar. Qué raros son estos días. No me quejo, por favor, que nadie entienda eso, está buenísimo no tener que yugarla todas las santas jornadas de la semana laboral, te da la sensación (falsa, claro) de que uno no está completamente inserto en el mercado, de que en cualquier momento podés aprovechar un día como estos para escaparte por la tangente. Pero son raros: me levanto tarde - como cuando tenía diez años menos-, fumo porro al mediodía - como cuando tenía siete días menos-, -leo el diario de pe a pa -como si fuera domingo-, veo tele al mediodía -como si fuera un desocupado-, escucho discos que me bajé de interné, uno tras otro, y sigo bajando -como si fuera un nerd-, bailo en boxers por living -como si fuera un loquito-, quedo en modo "A Prueba de Fallos" para el resto del día, doy vueltas por la casa intentando encontrar qué hacer para matar el tiempo, me doy cuenta de que en realidad tengo un montón de cosas pendientes para hacer, pero de algún modo todas se suman en mi cabeza y el resultado da, inevitablemente, cero. Por ejemplo: tengo que lavar los platos sucios de ayer, y tengo que almorzar. Almorzar es ensuciar platos limpios de hoy. Entonces: lavar platos sucios de ayer + ensuciar platos limpios de hoy = cero.

Otro razonamiento falso, claro, pero pensarlo y escribirlo sirvió para comerle un cachito de tiempo más a este miércoles raro.

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