10.6.05

Refúgienme.

De reojo mientras escribo veo las escenas cortadas de "Gimme Shelter", documental sobre los Rolling Stones (que no cubre toda su historia, sino un momento y lugar muy concretos de ella). Eso es porque hace minutos terminé de ver el documental en sí. Esto me lleva a tres reflexiones, dos cortas y una larga. Primero las dos cortas:

1. ¿Por qué carajo dará culpa mirar un DVD un viernes a las tres de la tarde? Podría estar haciendo cosas mucho peores, que realmente ameriten sentir culpa. Como, no sé, matar gente de color con un arma blanca. Aunque eso está mal en cualquier momento del día. Es la culpa burguesa, "hay gente cargando bolsas en el puerto y yo acá tirado, fumando y mirando la tele." Y bueno, si algún estibador lee esto, que se venga que lo invito a ver una peli y hacer uno.

¿Sigue habiendo estibadores humanos?

2. "Deleted scenes", qué tremendo. Ya no nos alcanza con la película. Queremos más. Queremos escenas inéditas, documentales del backstage, comentarios del director, los actores, el productor, la peinadora, el asistente de catering, el masajista y el dealer, queremos "making of", juegos, bioografías, fotos, trailers, queremos conexiones con el sitio de internet de la película que nunca nadie intenta, queremos todo lo que contribuya a matar el misterio cada vez un poquito más. Ya no alcanza con ver la película, ahora hay que destriparla y colgar las vísceras en la plaza del pueblo, así todo el mundo las puede ver y relamerse. Y yo me relamo.

Estamos en la edad media, está clarísimo.

3. El documental se centra en el recital gratuito que dieron los Stones en el '69, en las afueras de San Francisco, en la localidad de Altamont. Recital que terminó siendo un quilombo, con cuatro recién nacidos y cuatro muertos (¿alguna clase de compensación cósmica?). Los tipos contratan a los Hell's Angels -mítica patota motoquera yanqui- para encargarse de la seguridad del evento, y contener a los millares de sacadísimos y desnudísimos y elesedísimos hippies que no pueden aguantar la visión supranatural de Jagger bamboleándose sobre el escenario y necesitan subirse y tocarlo, a ver si es de verdad o es otra de las manchitas psicoactivas que vuelan frente a sus ojos. Obviamente la cosa no podía terminar bien, planteada como estaba esa especie de lucha de clases condensada y tamizada por el rock: los hippies de clasde media contra los motoqueros de clase baja.

Y los motoqueros van calzados. Y se ponen locos ante la menor provocación. Y en medio de "Sympathy for the devil" acuchillan a un negro (cosa que está mal hacer en cualquier momento del día). Mick Jagger comenta al micrófono: "siempre que tocamos esta canción, pasa algo raro". ¿Para qué la tocan, entonces? Porque es un temazo. Pero no la escuchen en sus casas. Por lo menos, no en soledad.

¿A quién mierda se le ocurre contratar a unos ursos barbudos vestidos de cuero y jean y cadenas que se hacen llamar los "Ángeles del Infierno" para controlar un recital? Es como contratar a la barra brava de Chacarita para controlar un acto político.

Eh, un momento. ¡Eso se hizo! ¡Se hace!

Qué tranquilidad da el saber que adoptamos las mismas medidas de seguridad que en el Primer Mundo.

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