13.6.05

Palo Pandolfo.

El sábado a la noche fui con Flor y Monchi a ver a Palo Pandolfo. Fue como estar dos horas y media en un living lleno de humo escuchando hacer música a uno de esos amigos talentosos y merqueros que casi todo el mundo tiene. No me malinterpreten: estuvo buenísimo, el tipo es un apasionado de los que ya no hay. Siempre al borde de la desprolijidad, siempre llegando casi al punto en que la cosa se desarma y ya nadie entiende de qué va. Pero con una cintura para zarandearse por ese borde finito que no se ve seguido. Y una confianza para convencerte de que ese manchón no es un manchón: es arte también, pintura impresionista, o qué carajo.

Si el cromosoma de la ironía nihilista que nos inocularon a todos los de esta generación perdida tuviera la palabra rechazaría a Palo por "exceso de expresión". Pero no jodamos: no existe el exceso de expresión. Es expresión y punto. Que da miedo, risa, verguenza, sí, pero expresión al fin, bastante más saludable que la introspección amanerada de los palermitanos lánguidos. Detrás de ese silencio y ese gesto en blanco, ¿tendrán algo para decir?

¿Algo?

Palo dijo algo: "cada persona se mide por el tamaño de su corazón". ¿Es cursi y trillado? Andá a cagar.

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