15.6.05

Este poemilla tiene ya un tiempo. Pero todo se resignifica.

es como si nadie tuviera más nada que hacer, y entonces,


a ver, veamos: dos amantes, arrojados al césped dulce

y ruedan y se besan con los labios en ángulos graciosos

y se dicen palabras que van a terminar de entenderse recién
horas después,

(ahora resuenan como cientos de flores atadas en un paquete
que cae desde varios metros de altura
y pega en las cabezas de amantes que se asomaron a ver
qué
pasaba
y destruye esos aires de incertidumbre fría, revoloteante
y acaba la caída
hundiendo el toldo
de la florería
y a la misma florería
que volverá a brotar
y les va a tapar la boca a tantos
que hablan y hablan descaradamente y hablan y hablan
sobre el cuerpo y las posiciones eróticas
de la naturaleza en privado)

y se susurran palabritas todavía nenas y nenes
y se meten mano como si no hubiera mañana
como si el fin del mundo fuera un espectáculo a contemplar esa misma
noche
y se recuestan el uno sobre el otro
alternándose
y por momentos ella es Señor
y él basura proletaria
y en ocasiones él rey de corazones
y ella un cuello larguísimo y dispuesto
a entregarse al filo por todos
nosotros
y se arrancan la ropa con miles de dientes,
miles de uñas,
y él es pura uña y ella puro diente

(días después ella va a notar una curiosa incisión
tornasolada y levísima
que la atraviesa de lado a lado bajo un borde
de huellas digitales amadas)

puro diente híncandose en el descontrol exquisito

(minutos más tarde ligeras depresiónes de piel tensa
en sus músculos más preciados
van a hacer de la memoria del muchacho
una máquina de hambre desatada)

insectos a los piques los arrastran todavía más al desorden,
aunque no sea posible desordenar
más

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